Claves de la histórica disputa territorial de israelíes y palestinos

27/Jun/2011

El Observador, Ana Jerozolimski

Claves de la histórica disputa territorial de israelíes y palestinos

27-6-2011 Franja de Gaza. Todos coinciden en que para que se concrete la creación del Estado independiente es necesario que desde Israel y el mundo árabe se actúe con sabiduría
ANA JEROZOLIMSKI DESDE JERUSALÉN
Solemos llamarlos “territorios ocupados”. Se trata de los territorios que Israel conquistó en junio de 1967, en la guerra de los seis días: Cisjordania (o la margen occidental del río Jordán) en el frente jordano y la franja de Gaza en el frente egipcio. Están también los altos del Golán, pero eso fue en el frente sirio y por ende, para este análisis, lo dejamos de lado.
En realidad sería más correcto llamarlos territorios “en disputa”, ya que no eran territorio soberano de ningún país. Jordania había ocupado Cisjordania al atacar, en mayo de 1948, al entonces naciente Estado de Israel y Egipto había hecho lo propio con la franja de Gaza.
El hecho que sea imperioso hoy día hallar una solución negociada al problema de los territorios en los que los palestinos exigen construir su Estado independiente, conquistados por Israel en aquella guerra, no puede hacer olvidar cómo es que esos territorios llegaron a manos de Israel. Fue al repeler los ataques en los frentes jordano y egipcio que Israel llegó a la margen occidental del Jordán y a la franja de Gaza respectivamente. Sin la guerra de los seis días, esas zonas seguirían hoy bajo el control de sus anteriores ocupantes: Jordania y Egipto. Y la guerra de los seis días, no la buscó Israel.
El que Israel haya disparado técnicamente el primer tiro, no significa que fue quien comenzó la guerra. Al atacar en tierra a la Fuerza Aérea de Egipto para neutralizarla, el 5 de junio de 1967, Israel se estaba defendiendo de lo que comprendió estaba por estallar. Las provocaciones y evidentes intenciones bélicas árabes habían ido quedando en claro desde bastante antes.
El Pacto de Defensa entre Siria y Egipto, suscripto en 1966, no vaticinaba nada bueno. Pero era solo el preámbulo de una situación de continua y creciente tensión, otros de cuyos elementos claves fueron la expulsión, el 19 de mayo de 1967, de las tropas de las Naciones Unidas en el Sinaí (UNEF), el cierre de los estrechos de Tirán a la navegación israelí el 22 de mayo (a pesar de que Israel ya había advertido que eso sería casus belli) y la concentración de 100 mil tropas egipcias en el Sinaí, mientras casi todo el Ejército sirio estaba apostado en la frontera norte de Israel.
Jordania dudó, pero finalmente decidió atacar a Israel. Cañoneó a la parte de Jerusalén bajo control israelí, tras 19 años de haber prohibido a los judíos acceder a su sagrado Muro de los Lamentos, que había quedado del lado jordano en la guerra de 1948. En 1967, al sumarse a Egipto en su guerra contra Israel, Jordania perdió los territorios en los que ya entonces vivían palestinos que hasta ese momento no pedían un Estado independiente, y a los que Jordania tampoco se los había ofrecido cuando los ocupó entre 1948 y 1967, así como Egipto tampoco lo hizo con la franja de Gaza.
La victoria militar israelí y por ende la “naksa” (derrota) árabe, fueron fulminantes. Según Itzjak Rabin, que era en esa guerra el comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, la explicación radica no solo en el coraje de los soldados en el campo de batalla ni en el buen desempeño militar, sino en la “comprensión de que únicamente lidiando personalmente con los mayores peligros lograrían la victoria para su país y sus familias (…) y que si no alcanzaban esa victoria (…) la alternativa era la aniquilación”.
Este fue el trasfondo del nacimiento del concepto “territorios ocupados”, que Israel conquistó cuando intentó defenderse.
En parte de los territorios conquistados en aquella guerra de autodefensa deberá erigirse un Estado palestino independiente, no porque esos territorios hayan sido parte alguna vez de una entidad palestina, ya que esta jamás existió, sino porque la población es palestina. Y no existió ninguna entidad palestina independiente jamás, ya que nadie elevó ese tema antes frente a la comunidad internacional. Ni siquiera los propios palestinos. Y los primeros que empezaron a hablar de que los palestinos tengan un Estado, fueron los israelíes. No lo hicieron los otomanos cuando controlaban esta zona, ni los británicos, ni Egipto, ni Jordania cuando eran los que controlaban los territorios. Dicho sea de paso, cabe recordar que la franja de Gaza hace ya casi seis años que no está bajo control israelí.
Para que se concrete la creación del Estado independiente y para que ese Estado sea símbolo de un nuevo comienzo, de una vida mejor, es necesario que no solo los gobernantes de Israel, sino también de los árabes, actúen con sabiduría. El mundo debe saber exigirlo a ambos.
Quisiéramos ver al premier israelí Benjamin Netanyahu anunciando su visión de paz ante el mundo, no solo aclarando los “no”, sino también a qué sí está dispuesto. Tiene que hallar la forma en que la iniciativa diplomática pase a sus manos en lugar de dejar la impresión de que rechaza ofertas de otros porque no les tiene confianza.
Hoy, debe hallarse una solución. Todo indica que no será en las líneas de 1967 y que será necesario hacer cambios en las mismas. Difícilmente puede exigirse a Israel olvidar en qué situación fue colocado cuando desde esas fronteras se le atacó en tres frentes y se vaticinó su destrucción.